RUTA 2: “Los Comuneros y la Reina Juana”

Conseguir el apoyo de la reina Juana, recluida en su palacio tordesillano desde 1509, era de vital importancia para los intereses de las Comunidades, lo mismo que para los imperiales lo era alejarla de ellos. Esta ruta, histórica y patrimonial, recorre algunos de los espacios más emblemáticos de la provincia de Valladolid, testigos de episodios trascendentales en la guerra de las Comunidades.

Medina de Rioseco


 Soportales en Rúa Mayor. Medina de Rioseco

La Ciudad de los Almirantes jugó un papel fundamental durante la guerra de las Comunidades. La seguridad de sus muros y el poderío del Almirante de Castilla, que en esos años era Fadrique Enríquez, hicieron que fuera el lugar escogido por el gobernador, el cardenal Adriano, para refugiarse de la Junta comunera de Valladolid a mediados de octubre de 1520. A partir de ese momento, Medina de Rioseco se erigió en el cuartel general de las fuerzas imperiales. 

Declarada la ciudad Conjunto Histórico Artístico, el siglo XVI fue su época de mayor esplendor, hasta el extremo de ser conocida como la «India Chica» por su pujanza comercial. Hay numerosos motivos para disfrutar de la Ciudad de los Almirantes: un paseo por los soportales de la Plaza Mayor, cargados de historia y belleza; el Museo de San Francisco, instalado en la bella iglesia del antiguo convento franciscano fundado, precisamente, por los Almirantes de Castilla, con su extraordinaria colección de arte sacro; el Museo de la Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional, en la monumental iglesia de Santa Cruz; la iglesia de Santa María de Mediavilla, del siglo XV, con su esbelta torre barroca, su retablo mayor con tallas de Juan de Juni y esa capilla de los Benavente que es uno de los más importantes exponentes del Renacimiento español; la iglesia de Santiago y su síntesis de estilos, del gótico al barroco, así como su impactante retablo mayor de estilo churrigueresco; o el magnífico reclamo del Canal de Castilla.

Peñaflor de Hornija 


Iglesia de Sta. Mª de la Expectación. Peñaflor de Hornija

La villa de los girones, baluarte del ejército imperial que habría de lanzarse sobre los comuneros en Villalar el 23 de abril de 1521, ofrece al visitante importantes reclamos patrimoniales. Sobre todo la ermita renacentista del Cristo de las Heras, donde puede contemplarse un extraordinario Cristo de 1,70 metros de altura, del siglo XVIII, ubicado en el centro del retablo mayor, y la iglesia de Santa María de la Expectación, que presenta testimonios artísticos de diversas épocas, como el retablo mayor rococó con tallas de los Sierra, dos retablos del XVIII, otro más de estilo neoclásico, sus canecillos románicos y una verja con adornos muy curiosos.

Torrelobatón 


 Plaza Mayor. Torrelobatón

El imponente Castillo de Torrelobatón, tomado por los comuneros a finales de febrero de 1521, es sin duda el mayor atractivo del pueblo. Construcción de indudable belleza, se alza sobre el modesto teso que domina la población. Comenzó a edificarse en el siglo XIII y se completó a mediados del XV, siguiendo el modelo de la escuela de Valladolid. Es sin duda uno de los castillos mejor conservados de la provincia y está cargado de historia. En él se celebraron los esponsales de los padres de Fernando el Católico y desde él partieron las tropas de Padilla que sucumbirían en Villalar. Destaca su cuadrado patio de armas, del que sobresale la imponente torre del homenaje. A mediados del XX se convirtió en silo, y en la actualidad alberga el Centro de Interpretación del Movimiento Comunero, que cada año recibe miles de visitantes. 

Pero en Torrelobatón también requieren visita la iglesia de Santa María, del siglo XV, que sustituyó como parroquia a la derruida de San Pedro y presenta un pórtico del XVIII, el Arco de la antigua muralla, la ermita del Cristo de las Angustias, del XIV, la plaza mayor con sus casas porticadas, la casa natal del Padre Hoyos y el Consistorio de traza herreriana, frente al cual se levanta el rollo jurisdiccional. 

Villalar de los Comuneros 


 Plaza España. Villalar de los Comuneros

Villalar es el gran emblema comunero de la provincia vallisoletana no solo porque en la zona conocida como Puente del Fierro se desarrolló la histórica batalla del 23 de abril de 1521, sino porque desde 1977 viene siendo el lugar principal de celebración de la fiesta de Castilla y León.

Junto al peso de la historia, Villalar ofrece al visitante un importante reclamo patrimonial. En la plaza, presidida por el Ayuntamiento y por el obelisco levantado en 1889 en memoria de los comuneros ajusticiados en 1521, se encuentra la iglesia parroquial de San Juan Bautista, iniciada en el XVI pero terminada dos siglos más tarde en estilo neoclásico, con tres llamativos retablos en su interior y un magnífico órgano del siglo XVIII. En este mismo recinto se alza la curiosa Torre del Reloj, del siglo XIII, que en el pasado servía para avisar con su campana al municipio y a la que se puede subir para contemplar el pueblo y el paisaje que lo rodea. Finalmente, del XVI es la segunda iglesia de Villalar, la de Santa María, construida en piedra y ladrillo y destinada desde 1992 a Casa de Cultura. En su interior descubriremos un modo atractivo de conocer la historia de Castilla y León a través de dos exposiciones: «Plastihistoria», la historia de Castilla y León presentada en pequeñas escenas elaboradas en plastilina, y «Nuestras Tradiciones», escenas realizadas en resina que muestran tradiciones castellanas y leonesas. Un videomapping envolvente proyectado en cabecera, cubiertas y pilares muestra el devenir del edificio y el sentimiento comunero.

Tordesillas 


Real Monasterio de Santa Clara. Tordesillas

El 29 de agosto de 1520, las tropas de Juan de Padilla, al frente de las milicias de Toledo, Madrid y Segovia, entraron triunfantes en Tordesillas, convertida de este modo en capital circunstancial de la revolución comunera. Su objetivo principal era obtener el apoyo de la reina Juana, cautiva en su Palacio desde 1509. Alarmados por la situación, los imperiales se rearmaron en Medina de Rioseco y el 5 de diciembre, aprovechando la impericia del capitán comunero Pedro Girón, que había levantado el campamento de Villabrágima para dirigirse hacia Villalpando, retomaron el control de la ciudad.

Visitar Tordesillas obliga a acudir al Real Monasterio de Santa Clara, antiguo palacio mudéjar construido en el siglo XIV por Alfonso XI y convertido por Pedro I en convento de clarisas para reinas viudas y princesas, pero también a la iglesia de San Antolín, que alberga un museo con fondos artísticos entre los que sobresale un imponente retablo de Juan de Juni y Gaspar de Tordesillas. A su lado se encuentran las Casas del Tratado, que contiene una maqueta del desaparecido Palacio en el que estuvo recluida la reina Juana durante 46 años. 

Pero Tordesillas ofrece más tesoros patrimoniales, como la Plaza Mayor porticada, la iglesia de San Pedro, del XVI, mismo siglo en el que comienza a construirse la de Santa María, iniciada en estilo gótico y finalizada en clasicista, la iglesia de San Juan Bautista, y dos ermitas: la de las Angustias y la de la Virgen de la Peña, patrona de la localidad. 

Alaejos


 Torres de San Pedro y Santa María. Alaejos

Con la herida aún sangrante del terrible incendio provocado por las fuerzas realistas, la Comunidad de Medina mandó emprender acciones contra los culpables. No solo ordenó el apresamiento y el embargo de los bienes de Antonio de Fonseca y Gutierre de Quijada, sino que en octubre de 1520, al mando de los capitanes Luis de Quintanilla y Francisco de Mercado, se desplazó hasta Alaejos, localidad de la que era señor el primero de ellos, para saquearla y asediar su fortaleza. Aunque contaron con el apoyo de Juan Bravo al frente de sus tropas segovianas y del capitán Suero del Águila, después de un mes de ataques continuos no pudieron vencer la resistencia organizada por el alcaide Gonzalo de Vela.

Llaman la atención en Alaejos las poderosas torres de sus iglesias de Santa María y San Pedro. La primera es del siglo XVI, de estilo mudéjar-renacentista, posee tres naves cubiertas con bóveda de crucería, un retablo mayor obra de Estaban Jordán y un curioso museo con pinturas, obras escultóricas y de platería. Remata su torre, de cuatro cuerpos y 64 metros, una especie de minarete musulmán. A su vez, las tres naves de la iglesia de San Pedro, de la segunda mitad del XVI, se cubren con adornos de yeso. El antiguo hospital del Buen Pastor, del XVII, es hoy un Centro de Salud, la ermita de la patrona, Nuestra Señora de la Casita, alberga una curiosa talla de la Virgen realizada en el siglo XVIII, misma centuria en la que se construyó el Ayuntamiento, y entre la Plaza Mayor y los restos del Castillo sobresalen varias casas blasonadas. 

Medina del Campo


Plaza de la Hispanidad. Medina del Campo

El 21 de agosto de 1520 marcó un antes y un después en la historia de Medina del Campo. Dispuestos los realistas a vengar la afrenta de los de Segovia contra los procuradores que habían aprobado el tributo solicitado por el monarca en las Cortes de Santiago, ordenaron a la villa vallisoletana que les entregase el arsenal de artillería del cerro de la Mota. La negativa rotunda de los medinenses fue contestada por Antonio de Fonseca con la quema de algunas casas, provocando con ello un devastador incendio que arrasó todo el barrio comercial y el convento de San Francisco. 

La «Villa de las Ferias», apelativo que hace referencia a la pujanza comercial de Medina del Campo en los siglos XV y XVI, obliga a visitar su imponente Plaza Mayor, un amplio recinto en el que además se encuentran la colegiata de San Antolín, de finales del XV y en la que sobresalen soberbios retablos y la capilla de las Angustias, atribuida a Churriguera, el Ayuntamiento, de mediados del XVII, la Casa del Peso y el Palacio Real, donde Isabel I dictó su testamento.

La iglesia de San Martín cobija el modélico Museo de las Ferias, mientras que sobre el cauce seco del Zapardiel se levanta el edificio de las Reales Carnicerías, dedicado originalmente a mercado. Entre los monasterios de la villa cabe destacar el de San José, fundado por Santa Teresa y que contiene la tumba de Catalina Álvarez, madre de San Juan de la Cruz. Junto al hospital escurialense de Simón Ruiz, fundado en 1591, lo más llamativo de la Medina renacentista es el Palacio de los Dueñas (hoy es un centro de enseñanza), que fue residencia de Carlos V en su camino a Yuste. Además, la Casa Blanca, a la que se llega por el Camino del Olmo, es el único ejemplo en España de villa renacentista italiana. Finalmente, el Castillo de la Mota, de la segunda mitad del XV, ha sido calificado como la fortaleza más hermosa de la Península. Fruto de dos grandes impulsos por parte de Enrique IV y de los Reyes Católicos, fue archivo de la Corona, prisión de Estado y depósito artillero. Despuntan sus miradores almenados y la imponente torre del homenaje. 

Simancas


Archivo General de Simancas

Potente baluarte realista, la villa de Simancas intensificó sus ataques a las fuerzas comuneras en diciembre de 1520, sobre todo después de que los imperiales lograsen recuperar Tordesillas. Las escaramuzas, comandadas por Pedro Vélez de Guevara, conde de Oñate y yerno del Condestable, eran tan frecuentes y las acometidas tan continuas, que el mismo Padilla no pudo doblegar Simancas y en enero de 1521, los comuneros tuvieron que volar el puente de Boecillo como estrategia defensiva. 

La poderosa fortaleza simanquina, levantada en 1475 por el Almirante de Castilla haciendo ostentación de un señorío más que discutido sobre la villa, fue presidio de aquellos comuneros que no decapitaron en Villalar y del mismo obispo Acuña, ajusticiado en 1526; cuatro años antes había sido decapitado el capitán comunero Pedro Maldonado.

Incorporado a la Corona en 1480 por Isabel la Católica, el castillo comenzó a funcionar como archivo de Estado sesenta años después, función que consolidaría Felipe II. De ahí que los fondos de Simancas sean una fuente imprescindible para el estudio de la Historia Moderna española y europea. La disposición del casco urbano llama poderosamente la atención, pues, como señalaba el cronista Prudencio de Sandoval, «[Simancas] está puesta en la ladera de una cuesta que la baña el río [Pisuerga]». Desde el mirador, en efecto, se pueden contemplar las maravillosas vegas del Duero y del Pisuerga, pero también el puente medieval con sus diecisiete ojos. La iglesia del Salvador, del XVI y con portada renacentista, conserva una torre anterior, románica, que se yergue sobre su cuerpo gótico, mientras la Plaza Mayor, rodeada de casas blasonadas y palacios, esgrime, como principal foco de atención, la portada de su Ayuntamiento neoclásico.