Causas de la revolución

Óleo de Manuel Picolo López que muestra la rendición de los líderes comuneros (1887, Palacio del Marqués de Salamanca)

Óleo de Manuel Picolo López que muestra la rendición de los líderes comuneros (1887, Palacio del Marqués de Salamanca)

La provincia de Valladolid desempeñó un papel determinante en el desarrollo de la guerra de las Comunidades. Desde la capital hasta Villalar de los Comuneros, pasando por localidades como Medina del Campo, Tordesillas o Torrelobatón, fue escenario de hitos determinantes de aquel episodio que pudo haber cambiado la historia de España.

Ya en 1518, las Cortes reunidas en la iglesia de San Pablo exigieron al nuevo monarca que aprendiera a hablar castellano, que no salieran dineros de Castilla, que los cargos públicos y los beneficios eclesiásticos recayesen exclusivamente en castellanos, excluyendo de los mismos a los extranjeros, y que el rey estuviera en todo momento al servicio de la nación y nunca por encima de la ley. Se hacían eco así de un creciente malestar que, unido a otros factores adversos, explican en gran medida la rebelión de las ciudades.

 

Dichos factores eran el progresivo desplazamiento del centro de gravedad económico desde el núcleo castellano hacia la periferia andaluza, sobre todo hacia Sevilla; la negativa coyuntura de años anteriores, con malas cosechas, hambrunas, repunte de precios y caída de salarios reales; la configuración de las Cortes como un sistema oligárquico establecido en función de las necesidades exclusivas de la Corona, lo que restaba protagonismo a las ciudades; y la solución a la crisis sucesoria tras la muerte de Isabel I en noviembre de 1504, que confluyó en la elección de Carlos de Gante, hijo de la reina Juana, como nuevo monarca.

La llegada al trono de un bisoño rey extranjero, que apenas sabía hablar español y hacía gala de aficiones poco comunes en nuestro país, generó gran inquietud en las ciudades castellanas. Más aún al decretar nuevas obligaciones fiscales y nombrar a personajes flamencos para los cargos más altos del Estado. La gota que colmó el vaso fue la solicitud de nuevos servicios y aportaciones económicas a las ciudades para sufragar los gastos de su elección como Emperador, lo que tendría lugar en las Cortes reunidas en Santiago de Compostela en marzo de 1520 y al mes siguiente en La Coruña.

 Plaza de San Pablo. Valladolid

Este hecho generó bastante malestar en la población, por lo que el 1 de marzo de 1520, el propio Carlos I decidió desplazarse a Valladolid para recabar su apoyo, pues era consciente de la enorme influencia que tenía sobre el resto de ciudades castellanas. Y aunque la presión real dio sus frutos y consiguió que el regimiento diese el visto bueno a la petición del monarca, lo hizo bajo condiciones tan significativas como no sacar dinero fuera del reino, que los oficios, dignidades y beneficios recayesen en naturales del mismo, y que el monarca regresara en tres años.